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martes, 20 de septiembre de 2011

YEMÉN, OTRA DICTADURA CORRUPTA QUE CAE

Yemén significa derecha en árabe y según la tradición, el nombre le habría sido dado porque está a la derecha de La Meca o del sol de levante. Este país ubicado al sur de la Península de Arabia, tiene 527 mil Km2 de superficie y 24 millones de habitantes. Como otras naciones del mundo, estuvo dividida entre Yemén del Norte y Yemén del Sur (con un gobierno árabe – comunista) hasta su unificación en 1990. Es un país de 99.9% de musulmanes, 52% sunitas y 47.9 chiítas. La vida de los ciudadanos se rige por  una constitución aprobada en referéndum  de mayo de 1991, la que fue reformada en 1994 y 2001. Es gobernada por Ali Abdalá Saleh.de 69 años y su partido único, el Congreso General Popular. Saleh fue presidente de Yemén del Norte desde 1978 y del Estado unificado desde 1990.

Alí Abdalá Saleh

En este país cuyo 50% de la población vive con menos de dos dólares al día, su mandatario, con 32 años en el gobierno, pretendía modificar su propia constitución para gobernar de por vida y asegurar la sucesión en su hijo Ahmed quien jefatura las fuerzas armadas. A raíz de los vientos primaverales de libertad en el mundo árabe y luego del derrumbamiento de las dictaduras de Túnez y Egipto, en febrero de 2011, anunció que concluiría su mandato en 2013 y desistiría de ser sucedido por su hijo. Desde el 27 de enero se vivía una convulsión popular que pedía su salida inmediata, miles de personas salieron a protestar a las calles, clamando por democracia y destacando militantes del Partido de la Reforma Islámica, Partido Socialista y Baaz. Desde el principio trataron de dar un enfoque pacifista con símbolos alusivos como cintas color rosa y tienen un componente estudiantil fundamental.


Las condiciones se fueron endureciendo y a fines de mayo Yemén se encontraba en un estado previo al de guerra civil por la obstinación del régimen. El 3 de junio se produce un ataque contra la sede del gobierno hiriendo a Saleh quien resultó con quemaduras en el 40% de su cuerpo por lo que es trasladado a Arabia Saudita para ser atendido médicamente, dejando encargado del gobierno al vicepresidente Abd al-Rab Mansur al-Hadi. Recién en julio, Saleh reaparece en televisión, irreconocible físicamente, pidiendo diálogo por el bien del país. Pero el pueblo ya se cansó de 3 décadas de promesas para un mundo mejor y ha seguido ocupando las calles y plazas de sus principales ciudades, como su capital Saná.  El gobierno va perdiendo importantes aliados como el general Ali Mohsen quien ha salido en la televisión local proclamando su rebeldía, la misma que ya le costó la destrucción de su casa y de sus carros de combate. El domingo 18 se intensificaron los enfrentamientos cuando fuerzas gobiernistas dispararon contra los manifestantes y fueron repelidos por la Primera División Acorazada, pasada al bando opuesto, lo que ha aumentado la destrucción y las muertes violentas de personas. El propio Saleh ha pedido a miembros del cuerpo diplomático que lo ayuden a encontrar una salida pacífica.
Hoy murieron 27 personas y resultaron heridas más de 200 tras una manifestación en Saná que intentaba llegar al Palacio Presidencial, tomando la estratégica glorieta Kentucky, punto central de la ciudad que permite el control para dirigirse a los 4 puntos cardinales. La policía usó camiones de agua y disparó a la multitud que respondió la agresión con bombas caseras y algunas armas de los militares desertores. Se calcula que desde el domingo han  perdido la vida 50 personas más y se teme que la violencia siga en aumento. EEUU y la UE condenan  la obstinación de Saleh para no dejar el poder de este país desértico que es el más pobre del mundo árabe cuyo PBI per cápita apenas supera los 2,400 dólares.
Una tiranía corrupta más que no ha podido controlar su desmedida ambición por el poder y el dinero, cuya ceguera no le permitió darse cuenta que sus días de poder absoluto se acababan y que sus pueblos ya no se conforman con discursos ni migajas. Los ciudadanos del mundo quieren libertad y posibilidades de crecer, anhelan un futuro para los suyos. No se conforman con ver a sus inmundos dictadores y sus viles familiares y allegados, llevándose a manos llenas las riquezas que pertenecen a todos. Yemén vive una hora en que, con la sangre de su pueblo, se escribirá una etapa heroica de la historia de su lucha por vivir dignamente.


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