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domingo, 30 de octubre de 2011

¿AMOR E INFIDELIDAD SON EXCLUYENTES?

Hoy queremos reproducir un entretenido análisis que hace un joven blogero peruano, amigo de esta página, sobre el amor y la infidelidad. Transacribimos esta entrada del 12 de octubre de su blog "Mester de Juglaría"  http://divergencia-carlitox.blogspot.com/2011/10/amor-e-infidelidad-son-exluyentes-no.html,   que cada vez nos parece más profundo y ameno.

¿Amor e infidelidad son exluyentes? No

Gracias a la pornografía millones de parejas en el mundo han podido explorar y descubrir su propia sexualidad, mucho más de lo que hubiesen sido capaces por sí mismas. Sin embargo, la conducta sexual es instintiva y no aprendida. O sea, los perros garchan sin antes haber visto porno al igual que los pájaros, que jamás recibieron una charla de educación sexual.

Aquí cabe la pregunta, ¿por qué los animales garchan? En palabras fáciles, porque sus cuerpos así les piden. Abraham Maslow consideraba que tener sexo era una necesidad primaria, tal y como tomar agua o dormir; por tanto, afirmaba que de no tener saciada la necesidad sexual, la autorrealización se tornaba inexpugnable.

Al dilucidar el carácter hereditario del impulso sexual, en tanto impulso universal de las especies, es posible inferir que las características de las típicas reacciones ante objetos sexuales, no son ajenas a procesos evolutivos. Ello implicaría que no es por casualidad que la atracción sea efímera y que quien en un momento nos excita 100, al año siguiente lo hace 70 y al subsiguiente 50.

En tal caso, ¿tiene sentido pretender la fidelidad a perpetuidad desde el matrimonio o desde cualquier otro momento? Al menos en ciernes, aparenta ser un proyecto tonto. Es evidente que el hecho que el deseo decaiga en una relación, no consigue que eso ocurra con el apetito sexual de la mujer y el hombre, cuyo deseo, ya en ese momento, exclusivamente se podría endilgar de manera exógena.

A ello hay que sumar que la capacidad amatoria no está distribuida normalmente, a diferencia de la inteligencia por ejemplo (según Wechsler), por lo que el humano (que no sabe amar) suele confundir la atracción con el amor. Luego, una gran cantidad de relaciones amorosas se extinguen de manera simultánea con la atracción. La suerte de estas no debiera ser mejor, por la falta de criterio de quienes las componen; no obstante, sí pudiera serlo la de las que concluyen a causa de la infidelidad.

Suena crudo pero es la consecuencia lógica de toda la barbaridad que he escrito: se ama con el corazón y se folla con la polla. De esa manera, cuando realmente se ama, querer privar al objeto amado de la satisfacción física resulta contraproducente. Así, se cosifica a la pareja, con todos los aspectos negativos que conlleva el afán posesivo, a la vez que vuelve problemática la relación, en la medida que la “regla de oro” plantea un dilema entre lo inherente a las hormonas y los genes y lo que el otro y el superyó demandan; sin que en ningún momento estén en juego los sentimientos, la historia y la promesa.

Por supuesto que poner en práctica la infidelidad consentida, requiere de todo un proceso que es por lo demás durísimo, pues nacemos en una sociedad que ya existía por sí misma y que nos bombardea sin tregua con una serie de mensajes que inducen a agudizar los celos, a pretender poseer al cónyuge y a considerar al infiel (sincero, no al tramposo) como un loco. Pero que sea durísimo no quiere decir que no hay que intentarlo. Así nos formaron.
Salvo mejor parecer.


 

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