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miércoles, 14 de diciembre de 2011

CHILE Y MÉXICO: COLA DE LEÓN

En enero de 1960, 16 países europeos a los que se sumaron EEUU y Canadá, se unieron para crear una organización dedicada al desarrollo global, asegurando el cumplimiento del Plan Marshall. Así nació la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) cuya sede es París.  En 2011 ya son 34 países, en los que se incluyen algunos de América Latina y Asia Pacífico. Están muchos de los países más desarrollados (tienen el 80% del Producto Bruto mundial), así como países emergentes (México, Chile y Turquía). Hoy su objetivo central  es coordinar y armonizar sus políticas para lograr la maximización de su crecimiento económico, apuntalando su desarrollo y el de los países no miembros, favoreciendo el comercio mundial sin discriminaciones. El principal requisito que hoy se exige es liberalizar progresivamente los movimientos de capitales y de servicios.
El 18 de mayo de 1994, México se constituyó en el miembro número 25 de la OCDE. El 7 de mayo de 2010, Chile se convirtió oficialmente en el miembro 31 de la organización. Además de los 34 miembros plenos, 8 países de economías emergentes son adherentes a la declaración sobre inversión internacional y empresas multinacionales y participan en el trabajo del comité de inversiones de la OCDE: Argentina, Brasil, Lituania, Letonia, Rumania, Egipto, Perú y Marruecos. Adicionalmente, 24 países no-miembros participan como observadores en comités de la OCDE, a los que se suman 50 comprometidos en diversas actividades, los que pueden solicitar su ingreso, previa evaluación positiva.
Paradójicamente, la brecha entre ricos y pobres alcanzó el nivel más alto de los últimos 30 años en los países de la OCDE ya que el ingreso del 10% de mayores ingresos es mayor en 9 veces que los del 10% de menor cantidad de recursos. En los últimos 25 años, los ingresos reales de los más ricos se incrementó en 1.7% mientras que el de los más pobres subió sólo 0.8%. México es uno de los más desiguales ya que el 10% más rico tiene ingresos 26 veces mayores que el 10% más pobre (228,900 pesos frente a 8,700 pesos). Para la OCDE, el perjuicio económico producido en los pobres por las recesiones hace más importante aún, la ayuda a los ingresos y las transferencias gubernamentales a los más necesitados. En México, las prestaciones sociales en especie constituyen 7% de los ingresos posteriores a la deducción de impuestos, inferior a la media de la OCDE, que es de 12%.
Sólo Chile supera a México en cuanto a desigualdades en el ingreso ya que en ese país, el 10% de ingresos superiores tiene 27 veces más ingresos que el 10% de mayor pobreza. Estas brechas son mayores en los grupos de personas de más edad que en los de menos años. De esta manera, Chile sigue siendo el país más desigual de la OCDE. Fuera de la organización, los extremos estaban más distantes en países emergentes como Brasil, con unos ingresos superiores en 50 veces para los más favorecidos, y eso pese a que allí la brecha se ha acortado en los últimos años.
 El director del departamento de empleo y asuntos sociales de la OCDE, John Martin, puso el acento en que “encontrar un empleo es la mejor forma de salir de la pobreza”, y por eso lo más prometedor es promover la entrada en el mercado de trabajo de los grupos que tienen una menor representatividad. Martin reconoció que eso no basta para salir de la dinámica de la desigualdad, puesto que luego “hay que dar perspectivas de carrera”. Hizo hincapié en que “la redistribución de los ingresos debe estar en el centro de gravedad de una gobernanza responsable” no sólo por cuestiones éticas sino también “por razones económicas”.

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