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domingo, 26 de febrero de 2012

ITALIA: CEREGNANO, PUEBLO DE LA FELICIDAD

Cristo de la Inundación
Ceregnano es  una ciudad de 4,500 habitantes de la provincia de Rovigo, en el noreste italiano (Véneto), a 60 Kilómetros de Venecia. Aunque la región era habitada desde la época Romana, la ciudad se formó en la Edad Media. Debido a encontrarse al nivel del mar y recorrida por el río Po, ha sufrido numerosas inundaciones y desbordamientos que afectaron a la región a lo largo de su historia como la de 1438 y muchas otras, hasta antes de las obras actuales de contención que encauzan su curso. También ha padecido un incendio, a fines del siglo XV que destruyó la ciudad entera. En noviembre de 1951 se produjo una gran inundación en toda la provincia de Rovigo, a consecuencia de la ruptura de los muros del río Po. El pueblo es abandonado por sus habitantes y unas pocas personas permanecen en embarcaciones esperando que baje el agua. Uno de ellos, Amadeo Braghin vio flotando  la imagen de Cristo en madera, la que sube a su nave. Nunca fue encontrado el propietario y la fe popular lo bautizó como el Cristo de la Inundación y a los pocos años se le trasladó a la Iglesia del mismo nombre.

A pesar de lo difícil que resulta definirla, la felicidad puede ser considerada como un estado de ánimo producido como consecuencia de haber obtenido algo. Se produce entonces, optimismo, paz interior y da fuerzas para nuevos emprendimientos. Aristóteles decía “todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero cuando explicamos cómo serlo, empiezan las discrepancias”. Según algunas corrientes filosóficas, la felicidad puede ser autorealizarse alcanzando las metas propias de una persona, ser autosuficiente y no depender de nada, experimentar placer mental y físico evitando el sufrimiento, la adecuación de la voluntad humana a la realidad, satisfacción de los placeres superiores, aceptar su condición humana y asumir la vida tal como es, etc. Hay algunos que creen que los humanos nacieron para sufrir y no concebidos para ser felices. En Oriente se le considera como el producto de un estado de armonía interna que otorga un sentido de bienestar que perdura. Las religiones consideran que se logra en comunión con Dios, siguiendo sus preceptos, bienaventuranzas y los libros sagrados. Para el budismo, la felicidad se alcanza al suprimir el deseo o anhelo ansioso, lo que se consigue al “despertar” del “yo”.

Este último análisis, lo hacemos porque el alcalde de Ceregnano, Ivan Dall'Ara, en funciones desde mayo de 2011, ha creado una Concejalía de la Felicidad y si bien reconoce que la felicidad no se obtiene por norma municipal, ni de otro rango, “se puede fomentar porque la alegría es un derecho de todos”. Ha nombrado a cargo de la Concejalía a su teniente alcalde, cocinera profesional y “predispuesta por naturaleza a dispensar alegría y felicidades culinarias”. Dall’Ara, de 59 años, electo burgomaestre por el partido PdL, Liga del Norte de centroderecha, dice con alegría, “Me he convertido ya en un icono de la felicidad, al igual que mi pueblo, al que he situado en el mapa, pues me han hecho entrevistas medios de todo el mundo”, refiriéndose a las decenas de reportajes hechos por la prensa internacional.


MUNICIPIO DE CEREGNANO

Ha inscrito en el tricolor italiano: “Ceregnano, pueblo de la felicidad”, inspirado en la constitución de Brasil (donde nació, hijo de inmigrantes) y la Declaración de Independencia de EEUU que incluyen el derecho a la felicidad para todos. La considera como receta para enfrentar la crisis, “Lo primero que hice al tomar posesión fue pedir a todos los dependientes del ayuntamiento que fueran gentiles y amables, que facilitaran y aligeraran las prácticas burocráticas a los ciudadanos, que no perdieran la sonrisa y que enriquecieran con iniciativas simpáticas y alegres la vida del pueblo”. La central telefónica del municipio tiene grabado el Himno a la Alegría y se organizan diversas fiestas en las que él mismo canto y toca guitarra. Ya hay quienes piensan, después de este ejemplo en crear un Ministerio de la Alegría.

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