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lunes, 30 de agosto de 2010

EMPLEOS AUTOGENERADOS

Un “rickshaw” es un coche ligero, de dos ruedas, halado por una persona, que va a pie . Sirve como un tipo de taxi en las ciudades superpobladas y empobrecidas del tercer mundo. La palabra “rickshaw” deriva del japonés "jinrikisha" (人力車), donde jin (人) significa 'persona'; riki(力), 'fuerza'; y sha (車), 'carruaje'. Jinrikisha significa, “carruaje cuya fuerza la constituye un hombre”.

Una de las ciudades donde aún se pueden ver es Calcuta donde Mohamed Salim recorre sus calles tirando de su “rickshaw” desde hace 38 años. “La recorro a diario, esquivando coches y peatones, transportando a mis pasajeros de aquí para allá con la fuerza de mis piernas. Ah, no soy un caballo humano. Soy un hombre que se gana la vida de forma digna. Como un taxista, sólo que yo soy el motor”, dice Salim con orgullo, quien a sus 62 años aclara que no es un oficio inhumano ya que peor sería no tener trabajo como podría quedar si prospera el deseo gubernamental de prohibir los carritos manuales, “yo creo que el Gobierno no se preocupa por nosotros, sino que piensa que damos mala imagen a la ciudad”, agrega. Según estadísticas oficiales, en Calcuta, que es la única ciudad en India donde subsisten, quedan 6,000 de estos “rickshaw” aunque podrían llegar a ser hasta el doble.

Mohamed se preocupa sobre su futuro sin poder realizar esta tarea y considera que es mejor a recoger basura, mendigar o robar. Llegó en 1972 como uno de los millones de migrantes a las ciudades de India. Los 38 años transcurridos han traíso consigo muchos cambios, hasta el nombre de la ciudad cambió oficialmente el año 2001, de Calcuta a Kolkata, hay muchos más automóviles que entonces y la ciudad se ha vuelto más peligrosa. Sin embargo, nos comenta que “seguimos siendo útiles. Cuando llegan las lluvias del monzón y la ciudad se inunda, el «rickshaw» es el mejor medio de transporte. Los taxis no pueden circular con las calles llenas de agua y la gente no puede caminar. Así que cobramos el doble”. Confiesa que sus mejores clientes son los turistas quienes toman carreras cortas, probablemente por curiosidad y para tomarse fotos de recuerdo. Por un servicio de distancia corta cobra el equivalente a 10 céntimos de Euro, por una carrera más extensa cobra hasta 60 céntimos. Al final del día puede superar los 3 Euros llegando a 100 al mes en promedio. A estos ingresos deben reducirse los costos por alquiler de la “rickshaw” que es de 12 Euros y 1.30 Euros de cochera. Su familia vive en Bihar, su pueblo natal a quienes les envía la mayor parte de lo que gana. De sus 7 hijos, todavía 5 no se han casado y estudian para seguir otra carrera distinta a la de su padre.

Calcuta es la capital del Estado Indio de Bengala Occidental, su población llega a los 15 millones de habitantes siendo superada en su país sólo por Bombay y Nueva Delhi. El porcentaje de mujeres es de 828 por cada 1000 varones, inferior a la media nacional, debido a que muchos hombres trabajadores proceden de las zonas rurales. En 1971 el conflicto entre la India y Pakistán, que provocó la creación de Bangladesh como estado independiente, originó nuevas oleadas de refugiados, que —unidos a los que habían ocasionado tres sequías sucesivas—, obligaron a los campesinos a emigrar a la ciudad. El incremento de la población tras la guerra, convirtió a Calcuta en un hervidero humano donde las imágenes de hacinamiento, decrepitud, enfermedad y muerte, eran tan habituales que la sola mención del nombre de la ciudad ya las evoca. Con un crecimiento descomunal de su población, Calcuta se convirtió en un desastre urbano, con sus alcantarillas abiertas diseminando la putrefacción y sus ejércitos de mendigos, muchos enfermos o mutilados, invadiendo los centros más activos de la ciudad. Las escenas de famélicos pordioseros expirando en plena vía pública al principio fueron el objetivo central de fotografías que dieron la vuelta al mundo provocando gran impacto. Pronto esas muertes se volvieron rutina cotidiana y aumentaron la fama de esa ciudad decadente, putrefacta y de miseria humana. En estas condiciones, el trabajo de la madre Teresa de Calcuta, fue interminable así como constante y con una dedicación que le han valido para estar camino a los altares.

En Calcuta vive Mohamed Salim, tratando de generarse su propio puesto de trabajo a sabiendas que el Estado será incapaz de hacerlo si lo llega a perder, porque se prohiban las “rickshaw” o porque algún día le falten las fuerzas. En el mundo, millones de hombres como él trabajan en los oficios más variados, autogenerándose los empleos que sus gobiernos no podrán brindarle o nunca se preocuparán de dar las condiciones para que se creen.

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