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viernes, 3 de septiembre de 2010
ARDE EL MAR
Una nueva alarma ecológica estremeció a México y al mundo tras la explosión de una plataforma petrolera emplazada a corta distancia de Deepwater Horizon, el pozo de crudo operado por BP, que estalló el pasado 20 de abril provocando la muerte de 11 trabajadores y un vertido de 4,9 millones de barriles de petróleo, constituyendo la peor catástrofe de su género en Estados Unidos y mostrando los enormes riesgos de esa actividad.
La nueva alarma se notificó sobre las 9.30 de la mañana del 2 de septiembre, informándose que la plataforma Vermillion Oil Rig 380, a 750 metros bajo el nivel del mar, había estallado y ardía en el medio del océano. Los trece operarios que trabajaban en ese momento en ella pudieron salvar la vida y arrojarse al mar debido a que llevaban ropa adecuada y chalecos salvavidas, así como por haber sido calificados para enfrentar estas crisis. El vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, informó que uno de los trabajadores había resultado herido y tuvo que ser trasladado a un hospital en la región de Terrebonne Parish, en el Estado de Luisiana, el resto de trabajadores fue conducido hasta una segunda plataforma.
Se ha podido divisar que la mancha producida por el pozo siniestrado, ocupa 1.600 metros de longitud y 30 metros de ancho salía de los alrededores del pozo.
El gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, comentó que la empresa petrolera le había informado de que el crudo que fluía del fondo del mar había sido controlado y que el fuego que se veía en la estructura de extracción de petróleo se produjo debido al material inflamable que se almacenaba sobre la plataforma, ubicada a 130 kilómetros de la Bahía de Vermillion en la costa central de Luisiana
El portavoz de Mariner Energy, Patrick Cassady, explicó, por su parte, a la cadena CNN que todavía se desconocen las causas del accidente y que la compañía, radicada en Houston, está investigando. “Parece ser que los trabajadores pararon la producción y fueron evacuados”, señaló Cassady, quien confirmó que “no hay operaciones de perforación” en esa plataforma e informó que hay siete pozos petrolíferos a su alrededor. Durante la última semana de agosto, la producción en la plataforma fue de “una media de 260.000 metros cúbicos de gas natural por día y 1.400 barriles de crudo”, precisó la British Petroleum.
Hace cuatro meses, el Golfo de México se vistió de negro cuando la plataforma Deepwater Horizon explotó causando el mayor vertido de crudo de la historia. A pesar de los ingentes esfuerzos realizados por la empresa y las autoridades, el optimismo que mostraban no fue suficiente para resolver el problema.
Los costos de este severo accidente ya superan los 6.100 millones de dólares que incluyen las operaciones para frenar la fuga de petróleo, la contención de la marea negra, los subsidios a los Estados afectados así como las compensaciones a las personas perjudicadas. La compañía ha recibido 145.000 reclamaciones de afectados, de las que ya ha pagado casi 104.000 por valor de 319 millones de dólares. Las peticiones de auxilio no terminan así como no se avizora el fin de la presencia del petróleo en las aguas del mar.
Tony Hayward, consejero delegado de la BP, se vio forzado a renunciar a consecuencia del desastre de la petrolera en el golfo de México. El propio Hayward señaló que se trataba de un caso fortuito cuya probabilidad de ocurrir era uno en un millón.
De los 4,9 millones de barriles que han sido expulsados, unos 800.000 han sido recuperados por BP en los trabajos de contención, lo que deja todavía más de cuatro millones flotando en las aguas del golfo o en sus costas.
Si bien el mundo requiere de exploraciones y explotación petrolera, no es menos cierto que los riesgos que le son inherentes a ambas actividades nos obligan a replantear profundamente una estrategia de acción para proteger al medio ambiente marino costero y a los abundantes recursos naturales que viven en el mar y que están llamados a contribuir a la nutrición de la humanidad. La pesca es una de las actividades productivas más expuesta a sufrir daños, quizá irreparables que son inherentes a la extracción petrolera y por lo tanto deberían preservarse los espacios tradicionales de captura y los bancos naturales de peces y demás recursos hidrobiológicos. No existe compensación que pueda resarcir a los afectados a quienes, además se llega a considerar hasta como oportunistas por reclamar indemnizaciones que son enteramente coherentes aunque nunca hubieran querido invocar. Si todo el rigor que imponen las autoridades de Estados Unidos no han podido impedir este desenlace y si todo el dinero que se están obligadas las empresas a poner al servicio de sus planes de contingencias como esta, no ha podido controlar el perjuicio ecológico, qué se podría esperar que ocurra en los demás países del mundo, en especial de los tercermundistas.
Esta visto que ninguna tecnología en el mundo puede evitar estos desastres y que están matando al planeta con sus gases de efecto invernadero. Deberían prohibir que estos avaros nos sigan contaminando y exponiendo a mayores tragedias.Es hora que los poderosos petroleros sean detenidos en su voracidad y no dejarlos que se hagan dueños de los mares del mundo.
ResponderEliminarGracias Luis por tu aporte y por la lectoría que nos alienta a continuar. A pesar que, aparentemente, este caso no revestiría la gravedad de los otros, es verdad que nadie puede garantizar que las operaciones petroleras en el mar, sean inofensivas para la vida y para el medio ambiente. Mientras existan las dudas, habría que pensar en la conveniencia de evitar iniciar nuevas construcciones de plataformas petroleras ya que ni las compañías que operan en los Estados Unidos pueden asegurar que no se producirán nuevos accidentes ni que dado el caso, podrán controlar la situación a tiempo. El petróleo es útil para el hombre, el mar es indispensable para la vida del planeta.
ResponderEliminarCordialmente.
Concuerdo en la necesidad de poner punto final a la voracidad de las transnacionales del petróleo quienes "compran" permisos de los gobiernos para instalarse en el mar y contaminarlo salvajemente. Es hora de ponernos de pie e impedir que esta despensa para el mundo sea envenenada por estos fenicios modernos.
ResponderEliminarAndrés, creo que los gobiernos deben sopesar la conveniencia de permitir la eplotación petrolera en el mar o dejar que las comunidades de pescadores artesanales puedan desarrollar su actividad en armonía con el medio ambiente y preservando los recursos hidrobiológicos.
ResponderEliminarGracias por el comentario.