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lunes, 6 de agosto de 2012

CHAVELA VARGAS: VIVIÓ QUERIENDO, MURIÓ COMO QUISO

Isabel Vargas Lizano, “Chavela Vargas” nació el 17 de abril de 1919 en el poblado San Joaquín de Flores, en la norteña provincia de Heredia, de Costa Rica, la más pequeña del país. Nació con ceguera debido a una infección, la que le fue curada por un chamán. El divorcio de sus padres, propició que quedara en el abandono y a cargo de unos tíos, en las labores del campo bajando fruta de los árboles (5,000 naranjas diarias) y sufriendo enfermedades como poliomelitis.  Años más tarde diría: “…En esa época me fui llenando de un coraje por cada vena de mi cuerpo que decía, si paso por ahí, arranco la pared…”. Harta de las privaciones de su niñez, logra ir a México DF a  los 15 años en “…busca de la paz, tener runa carrera, un nombre….” La vida se le presentó muy dura, vivía en una casa de pensión, cantaba en un programa de lotería, en los bares, cantinas y por las calles. Ella misma se presentó ante José Alfredo Jiménez, de la mano de quien inicia una gran carrera artística y con quien compartiría aventuras y miles de copas hasta la muerte del cantante.

Cantando rancheras, se adueño de un género de hombres al que recreó con elegancia. Su estilo vistiendo prendas típicas como el jorongo, los huaraches y acompañada de su guitarra, una copa, un cigarro y su pistola, le dieron una identidad propia que se encargó de inmortalizar desde entonces. Vivió dos años en Cuba donde conoció y cantó a Macorina. Estuvo en el matrimonio de Elizabeth Taylor y Mike Todd en Acapulco, “ Donde todo el mundo amaneció con todo el mundo y yo amanecí con Ava Gardner”. Fue contratada para cantar en el Hotel Mirador “para gringos” y comencé a triunfar y me invitaban a las fiestas”. Conoció a Debbie Reynolds, Rock Hudson, Grace Kelly, Picasso, Carlos Fuentes, Agustín Lara, Trotsky, Diego de Rivera y Frida Khalo. Con estos últimos convivió en su famosa Casa Azul y años más tarde confesaría “…Frida me amaba, lástima que quemara una carta en la que me decía vivo para Diego y para ti, nada más…”. Grabó su primer disco en Orfeón y no le pagaron nunca. Luego publicaría hasta 80 discos, pero el alcohol y su vida desordenada la hicieron alejarse del mundo artístico desde fines de los 70 hasta 1991, (“me volví borracha y me desgracié toda…”) en que volvió abstemia, hacía ejercicios físicos y hasta se lanzó por paracaídas a los 80 años.
Sus inclinaciones sexuales la tuvieron marginada hasta entonces de la televisión y grandes teatros, fue insultada en las calles de México por “marimacha”, pero en 1991 las cosas comenzarían a cambiar, con su actuación en El Hábito de Coyoacán y su posterior viaje a España participando en filmes de Almodóvar como “Tacones lejanos”,  la película de Julie Taymor, “Frida” y en “Babel” de Alejandro Gonzalez. Llegó a actuar en el Olympia de París con resonante éxito. Joaquín Sabina le compuso “El Boulevar de los sueños rotos”, relatando que fue un de las canciones más fáciles de escribir en su vida porque “ al referirse a la calle de la casa en la que vivió 25 años. El publicó deliró con ella en la Sala Caracol y el Teatro de la Maestranza. Su mayor satisfacción fue en Bellas Artes de México. Recibió muchas distinciones como La Gran Cruz Isabel La Católica (Protegida por la Monarquía y el gobierno) (2000), Grammy Latino (2007), Ciudadana distinguida de México (2009). En España recibió la Medalla de Oro de la Universidad Complutense y en la Universidad Alacalá de Henares. También fue Huésped de Honor en Buenos Aires (2009).

 En 2012 celebró sus 93 años de edad en Bellas Artes donde presentó su último álbum “La luna grande”, en homenaje a Federico García Lorca. A pesar de su falta de voz, el público la ovacionó emocionadamente. En junio cumplió su último deseo: presentar “La luna grande” en España y volver a alojarse en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde intimaría con el espíritu de García Lorca. El desgaste del viaje motivó su internamiento en un hospital madrileño y su retorno a México viajando del DF a Tepoztlán en ambulancia.
Los últimos días de su vida los pasó en un hospital de Cuernavaca, aquejada de insuficiencia cardiaca, neumopatía y falla renal crónica, entre otros males. Dos años antes de morir, dijo : “No me da miedo la muerte, no debe ser tan mala, incluso puede ser bellísima”.  Ayer fallecía  tras una vida intensa de emociones y plena de sensaciones. El 1 de septiembre debía asistir a la presentación del disco homenaje “La Chamana”, donde más de treinta artistas rendían un tributo acústico con sus canciones más características. El evento se realizará como homenaje póstumo.


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