En el mundo entero perdura una polémica en torno a la pena de muerte como castigo por delitos capitales. En algunas sociedades abolicionistas, la mayoría de la población apoya o ha apoyado la pena de muerte, y la abolición fue adoptada a consecuencia de cambios políticos, como el paso de un régimen autoritario a otro democrático. Por eso es fácil ver a demagogos gobernantes o candidatos presidenciales, haciendo propuestas a favor de la pena capital para subir algunos puntos en las preferencias del electorado.
58 países mantienen vigente la aplicación de la pena máxima. En Estados Unidos está prevista para delitos militares y federales. En la mayor parte de sus estados, también se dispone para delitos estatales.
INYECCIÓN LETAL
Es el método de ejecución que consiste en aplicar inyecciones intravenosas de una dosis letal de un barbitúrico de acción rápida asociado con un producto químico paralizante. El procedimiento es similar al utilizado en un hospital para administrar una anestesia general. Las sustancias más usadas suelen ser tiopental sódico (barbitúrico de acción muy rápida que hace perder el conocimiento al preso), bromuro de pancuronio (bloqueador de placa mioneural no despolarizante, que paraliza el diafragma, impidiendo así la respiración) y cloruro de potasio (despolariza el músculo cardíaco provocando un paro del corazón).
En Estados Unidos se viene discutiendo acaloradamente sobre el posible sufrimiento que pueda tener el condenado. Así se registró el caso del reo Rommel Broom, en Lucasville, Ohio en 2009 quien sobrevivió a 18 pinchazos y fue ejecutado una semana después. La controversia se acrecentó después de la agonía del condenado Angel Nieves Díaz quien padeció una agonía de 34 minutos a pesar de habérsele duplicado la dosis. Abogados de varios condenados a muerte han dicho, citando informes de algunas investigaciones, que el pentotal de sodio podría dejar de tener efecto antes de que el preso expire, lo que ocasionaría dolor cuando son ejecutados.
En el mundo se ha generado una corriente contraria a la aplicación de estas drogas a los condenados a muerte. Así, Gran Bretaña detuvo las exportaciones de tiopentato de sodio a EEUU. Ante presiones del gobierno italiano, Hospira Inc, anunció que dejaría de producir la sustancia en su planta instalada en Roma. De igual manera, la empresa india Kayem, anunció que dejaría de vender a sus clientes de Estados Unidos, al saberse que podrían ser usados en inyecciones letales. Los directivos de la empresa danesa Lundbeck, manifestaron que a través de diferentes distribuidores, su producto fue utilizado para la ejecución de 16 presos y que es contrario a los fines para los que fue concebido que eran para salvar gente y no matarla.
En Estados Unidos se ha denunciado que los centros correccionales estarían adquiriendo estas drogas de manera ilegal y sin las adecuadas garantías sanitarias. Se informó que Wendy Kelley, funcionario del Departamento de Correccionales de Arkansas, usó su propio automóvil para traer fármacos de Tennessee y Texas y usarlos para ejecutar a un hombre.
Lo cierto es que el tema de la pena de muerte, siempre será muy sensible para la población que se siente amenazada por el crimen, la falta de protección de sus autoridades o que ha sido agraviada por la pérdida de un ser querido por acciones criminales. También es claro que cuando se aplica una pena de muerte, no hay lugar para rectificar un error, si éste se hubiera producido. No se disuade a los delincuentes con la vigencia de la pena máxima, ni disminuye el número de delitos. Como dijo Camus: “"La pena capital es la forma más premeditada de asesinato, con la que ningún acto criminal se puede comparar, por muy calculado que éste sea. Para que existiera un equivalente, la pena de muerte debería castigar a un criminal que hubiera avisado a su víctima de la fecha en la que le provocaría una muerte horrible y que, desde ese momento, la hubiera mantenido confinada durante meses a su merced. Un monstruo así no se encuentra en la vida real”
Es muy facil decir que la pena de muerte puede tener fallas y que hay que abolirla, pero si te matan a un familiar o te violan a un hijo, la cosa es distinta. Hay personas que no merecen vivir, no importa si eso baja o no la criminalidad.
ResponderEliminarEl único que debiera decidir sobre quién vive y quién muere es Dios. A lo largo de la historia ya hemos visto lo que ocurre cuando el humano ha querido jugar a ser Dios (con Hitler, Stalin, Bush, etcétera).
ResponderEliminarMi querida Alina Fuentes, las categorías éticas, por definición, no deben cambiar según el viento. Decir "no se pueden matar a los seres humanos salvo que sean asesinos", es poco ético. Tu razonamiento es propio de individuos que pretenden convertir a la sociedad en reflejo de los delincuentes que matan. Sólo un monstruoso ser dominado por su visceralidad y con escaso componente somático podría opinar así.
Alina y Carlos, gracias por escribir. No comparto la idea según la cual debemos privar de la vida a algún ser humano. Es el primer dercho humano y todos debemos respetarlo. Además, el que juzga y sentencia a muerte se puede equivocar y no hay forma de reparar la falla. Los países que más han bajado la criminalidad, no tienen pena de muerte. Coincido con mucho de lo que dice Carlos, pero el adjetivo "mounstruoso" no me parece muy adecuado.
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