El viernes 25 de noviembre de 2016, a las 10 y 29 de la noche,
falleció Fidel Castro Ruz, Comandante
del Movimiento
26 de Julio que gobernó los destinos de Cuba desde enero de 1959 hasta 2008. Luego entregó el poder a su
hermano Raúl, otro líder de la guerrilla que lo llevó al poder, Jefe de las
Fuerzas Armadas de la Revolución y segundo a bordo para todos los efectos de
poder.
Las generaciones nacidas en la segunda mitad del siglo XX pensaban
que Fidel Castro era un demonio o un
mesías inmortal. Sobrevivió a dictaduras como las de Leonidas Trujillo 1930 – 1952, Clan
Somoza 1936 – 1979, Francisco Franco
1939 – 1975, Mao Tse Tung 1949 –
1976, Alfredo Stroessner 1954 –
1989, Clan Duvalier 1957 – 1986, Nicolae Ceausescu 1967 – 1989, Muammar Gadafi 1969 – 2011, Augusto Pinochet 1973 -1990, Saddam Hussein 1979 – 2006, Hosni Mubarak 1981 – 2011, etc,. Solo
subsiste el clan iniciado en Corea del
Sur por Kim Il Sung (Presidente Eterno de la República) en
1948, continuado por su hijo Kim Jong-Il
y su nieto Kim Yong-un. Pero a todo ser humano le llega el fin de su
existencia en la tierra, solo trascienden las ideas, los ejemplos y las obras o
lo que la historia recoge de ellos.
No cabe duda que desde el 26 de julio de 1953 (domingo de
carnaval), cuando Fidel Castro al
mando de 131 jóvenes decidieron asaltar el Cuartel
Moncada e iniciar un movimiento revolucionario contra el dictador Fulgencio
Batista, la historia de ese país caribeño ha estado marcada por la huella
del líder revolucionario quien ha sido capaz de controlar los hilos del poder a
pesar de las disidencias internas, el bloqueo de Estados Unidos, la caída del bloque socialista al desaparecer la URSS y la endémica crisis económica
que genera carencias inocultables. No se
sabe aún hasta cuando su figura seguirá identificándose como imagen del país,
pero creo que la historia hablará del Siglo
de Fidel cuando se refiera al legado del fallecido Comandante Guerrillero,
para bien o para mal.
Demonizado por los exiliados en Miami y otras ciudades del mundo quienes lo consideraron un tirano
despiadado y criminal, es ícono de los movimientos de izquierda de América Latina, África y otras
latitudes que resaltan su integridad y auténtica vocación de luchar sin desmayo
por la emancipación de las clases oprimidas, la igualdad de oportunidades y su
vocación por el internacionalismo proletario. Ciertamente, muchos aventureros y
oportunistas se quisieron sustentar en el mito que Fidel encarnó, pero su
liviana moral los puso en evidencia. Nicolás
Maduro es el más claro ejemplo de estos arribistas.
Esta nota no pretende hacer un juicio sobre el personaje. Creo que
la historia lo absolverá, como el profetizara, o lo condenará. Hay que esperar
a que se pueda hacer una justa evaluación de lo ocurrido en su régimen. Lo que
no se puede dudar es que para los latinoamericanos y otros pueblos del planeta,
Fidel Castro fue inspiración de
rebeldía e indocilidad contra los excesos de Estados Unidos que muchos condenan,
pero pocos se atreven a denunciar por temor a ser estigmatizados. Con
todos sus errores y excesos, la leyenda de Fidel
Castro se instalará en el Olimpo de los contestatarios de un mundo que
sigue siendo injusto.