Una sirena es
una ninfa marina con busto de mujer y cuerpo de ave o de pez. Este concepto
se popularizó con la mitología griega y luego ha estado presente en las
narraciones fantásticas de la literatura de occidente. Su primera referencia se
dio en La Odisea (apostadas a la entrada
del estrecho de Sicilia, cerca de Escila y Caribdis) y por lo general
se menciona que atraían a los marinos hacia los escollos de la
costa, con sus cantos dulces e insinuantes y tras hacerles naufragar, los
devoraban, no dejando de ellos más que los huesos amontonados. Se han
mencionado hasta 11 nombres referidos a ellas: Agláope, (la de bello rostro); Aglaófona, (la de bella voz); Leucosia,
(la blanca); Ligia, (la de voz
estridente); Molpe, (la musical); Partenopea, (la de rostro virginal); Psínoe, (la insinuante); Raidne, (la liberada); Teles (la perfecta), Telxepia, (la encantadora) y Telsíope,
(la persuasiva). Personificaban los encantos y peligros marinos. Ulises pudo salvarse al poner tapones de cera en los oídos de sus
compañeros y al hacerse atar al mástil del navío para no dejarse embaucar por
los malvados cantos de las sirenas. Éstas, burladas, se transformaron en rocas.
El
poeta y escritor danés, Hans Christian
Andersen, escribió más de 150 cuentos infantiles, muchos de ellos de fama
universal como El patito feo, El sastrecillo valiente, El soldadito de plomo
y La
sirenita, (cuyo nombre original es Den Lille Havfrue), entre otros.
Este último lo publicó el 7 de abril de 1837 como parte de su colección Cuentos
de Hadas contados para niños. Cuenta la historia de una bella sirena
que a los 15 años emerge a conocer el mundo y renunció a su inmortalidad a
cambio de poseer el aspecto de una mujer para conseguir el amor del príncipe
que amaba. Sin embargo fue un amor no correspondido, experimenta el sufrimiento
y se convierte finalmente en hija del aire. 152 años después, en 1989, Walt Disney Pictures hizo pública la
animación de La Sirenita, que si bien se basó en el cuento de Andersen, tuvo un final feliz en el que
el príncipe y ella son felices. Se explicó que el cambio era por estar dirigido
a niños, aunque parece que el principal motivo fue de orden comercial.
En Copenhague,
Dinamarca existe una escultura de bronce considerada como el ícono
reconocido universalmente de la ciudad y el país, se trata de La
Sirenita, ubicada en el parque Langelinie
sobre unas rocas que están en las aguas de la bahía, muy cerca al Palacio de Amalienborg donde reside la
familia real danesa. Fue tallada por Evard
Eriksen auspiciada por el empresario cervecero Carl Jacobsen y exhibida en el parque desde el 23 de agosto de
1913. Mide 1.25 metros y pesa 175 Kilogramos. En estos 100 años ha sufrido
agresiones, mutilaciones, ha sido cubierta con una burka, manchada de pintura,
cubierta con atuendo musulmán y del Ku
Klux Klan etc. Desconocidos cortaron su cabeza en 1964 sin que fuera
devuelta nunca por lo que tuvo que se reemplazada. En 2010 estuvo 10 meses en
el pabellón danés de la Expo de Shangai
en la que fue su primera salida del país y en 2012 fue inaugurada en Elsinore, la ciudad de Hamlet, la escultura de Han, de acero inoxidable, que representa la compañía masculina de La
Sirenita. Con ocasión de su primer centenario, los daneses vienen
celebrando con diferentes eventos que tendrán su punto culminante el 23 de
agosto. Este singular monumento que es orgullo de los daneses y lugar obligado
para los turistas y visitantes seguirá representando tanto los encantos como
los misterios de este maravilloso país que ostenta los mejores indicadores de
vida, igualdad y desarrollo humano en el mundo.
Como todo genial artista,
dio más de lo que el público esperaba de cualquier otro diestro y la gente que
llenaba las plazas, le exigía más aún. Era como si después de contemplar el
infinito, quisieran llegar un paso más arriba y otro y después, seguir
ascendiendo. Nacido el 4 de julio de 1917, hijo de un torero en una familia de
matadores y banderilleros. Su madre había estado casada con un espada conocido
como Lagartijo chico. Tomó la
alternativa en la Real Maestranza de
Sevilla, de manos de Chicuelo y
en presencia de Gitanillo de Triana.
Su carrera tuvo un vertiginoso ascenso destacando por su elegancia, sobriedad y
dominio del animal que lo convirtieron en la sensación de la tauromaquia en la post guerra española
que destruyó al país ibérico. En 6 años de carrera participa en 416 encierros,
todo un récord, en el que impone su presencia y da brillo a la Fiesta Nacional de España. Puso en
valor las admiradas manoletinas, pase de frente, sujetando la muleta por detrás
de la espalda. Además de conmover a la afición de toda España, sus genialidades fueron admiradas en las tradicionales
plazas de México, Colombia, Perú y Venezuela donde cosecha aplausos,
apéndices y admiradores que se entregaron al maestro del toreo. Dicen los
entendidos que su presentación más apoteósica fue el 6 de julio de 1944, en la
plaza de Las Ventas, en la corrida
de la Asociación de la Prensa. Ese
año fue en el que más tardes lidió, 92, y en la que protagonizara más salidas
en hombros por la puerta grande. Bien merecido tiene el título de Cuarto Califa del Toreo (título
honorífico que se concede a los grandes matadores de la provincia de Córdoba),
luego de Lagartijo, Guerrita y
Machaquito.
Manolete fue
operado en la enfermería y llegó a recobrar la consciencia, hasta allá le
llevaron las orejas y el rabo del animal al que dio y del que recibió la muerte.
A las pocas horas el torero se recuperó, habló, se fumó un cigarrillo e indagó
por la corrida, dentro de su delicado pronóstico. Perdió mucha sangre por lo
que se le aplicaron transfusiones. Luego, el doctor Giménez Guinea, amigo del matador, dispuso que se le aplicara un
plasma noruego donado a España para
atender la catástrofe producida por el estallido producido el 18 de agosto, de un depósito de minas instalado en tiempos
de la Guerra Civil que costó la vida de 152 personas, 5,000 heridos y 2,000
inmuebles afectados. Se especula que este suero podría haber precipitado la
muerte de Manolete quien a los 30
años subía al altar que sólo ocupan los grandes entre los grandes. Otros
señalan que los galenos no tuvieron el valor de resolver el problema amputando
la pierna porque, según el periodista Tico
Medina, “Nadie se imagina a Dios con
una pierna de menos”.
