GANDHI

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"La violencia es el miedo a los ideales de los demás"
SENTENCIAN A 50 AÑOS A LOS ASESINOS DE FACUNDO CABRAL
http://noticieros.televisa.com/mundo/2016-04-07/condenan-50-anos-prision-asesino-facundo-cabral/
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lunes, 12 de marzo de 2012

GUATEMALA: 6060 AÑOS DE PRISIÓN PARA GENOCIDAS

En diciembre de 1982, Guatemala se hallaba en Guerra Civil. Era gobernada por el general Efraín Ríos Montt quien en sus 16 meses de gobierno habría producido 334 masacres,[] 19 mil asesinatos y desapariciones,[] alrededor de 600 villas destruidas,[] 90 mil refugiados en países vecinos y un millón de desplazados dentro del país. El grupo guerrillero Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y tres facciones subversivas más, constituían la Unidad Revolucionaria Nacional, aportaban una buena dosis de violencia irracional y realizaban trabajo político en organizaciones magisteriales, sindicales y campesinas. A inicios de ese año, las FAR llevaron a cabo actividades proselitistas en la comunidad Dos Erres, del municipio de La Libertad, departamento de Peten, al norte del país, que tenía una población de pequeños campesinos. Esto originó que el ejército concentrara un grupo de efectivos en esa zona, organizando la Patrulla de Autodefensa Civil para monitorear las comunidades vecinas, lo que fue rechazado por los pobladores de Dos Erres quienes sólo deseaban proteger su territorio, generándose el encono de las fuerzas militares de la zona quienes difundieron la noticia sobre la presencia de un contingente guerrillero.
En la madrugada del 6 de diciembre, un contingente militar y un destacamento de Kaibiles (fuerza de élite) ingresa al pueblo, supuestamente para recuperar 20 fusiles robados al ejército, saca a los habitantes de sus casas, separa hombres de mujeres, los interroga y registran las casas sin encontrar las armas y propaganda guerrillera que decían buscar. En la tarde comienza la masacre, violan a las mujeres y golpean en la cabeza a los niños hasta matarlos para luego arrojarlos a un pozo. A los adultos se les fusilaba lanzándolos también en la fosa. Estos demenciales sucesos culminaron el 8 de diciembre cuando un pequeño grupo de civiles ingresa al pueblo, siendo también ejecutados. Las investigaciones posteriores hablan de la muerte de 500 personas aunque judicialmente sólo se han comprobado 201. Luego se produjeron investigaciones y procesos judiciales dentro y fuera de Guatemala. El año 2000, el presidente Alfonso Portillo Cabrera admitió en público la autoría y responsabilidad por parte del Estado de algunos abusos, como el de  Dos Erres. En diciembre de 2001 el gobierno pagó 14 millones de quetzales a los parientes de las víctimas de la masacre.
Pedro Pimentel en el tribunal
A pesar que los familiares de los muertos y desaparecidos identificaron a 18 efectivos del ejército, recién en agosto de 2011, un tribunal condenó a los Kaibiles Daniel Martínez, Manuel Pop, Reyes Colín y Carlos Carías a 6,060 años de prisión (uno por cada uno de los 201 muertos comprobados más 30 años por delito de lesa humanidad). La Fiscalía de Derechos Humanos guatemalteca ha pedido la misma pena para Pedro Pimentel, subinstructor de la escuela de Kaibiles y otro de los militares implicados. Según Pimentel, el 7 de diciembre de 1982 estaba en la capital, rindiendo exámenes físico y médico, así como gestionando su viaje a la Escuela de las Américas en Panamá y que nadie ha podido probar su presencia en Dos Erres, durante los días de la masacre. Sin embargo, los dos militares que son testigos clave del proceso aseguran haberlo visto en la comunidad y recuerdan que daba lecciones de cómo matar a una persona. El Tribunal Primero B de Mayor Riesgo de Guatemala condenó, también a 6060 años a Pimentel, dando valor probatorio tanto a los testimonios de los parientes de las víctimas como a los dos ex Kaibiles que lo inculparon. Esta sentencia se da, a pesar que la legislación guatemalteca contempla un máximo de carcelería de 50 años para sancionar los más graves delitos.

jueves, 26 de enero de 2012

PANAMÁ: NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO

Panamá posee una extensión 75,517 km2 y su población supera los 3.4 millones de habitantes. Ocupa el primer puesto en América Central en el índice de desarrollo humano,  el sexto en América Latina y el 58 a nivel mundial. Es un país cosmopolita por naturaleza, teniendo en el Canal de Panamá no sólo el punto de encuentro entre el Océano Pacífico y el Atlántico sino un paso obligado del comercio de mercancías, lo que facilitó para que se convirtiera en centro comercial, financiero e inmobiliario a nivel internacional.  La Zona Franca de Colón, que alberga en su territorio, es la más grande de América y la segunda en el planeta. En ella operan más de 2,000 empresas que utilizan las instalaciones como una plataforma de tránsito del comercio mundial.

Panamá ha sido distinguido como un país con un sistema bancario de reconocida solidez a nivel mundial, con una economía cuyo PIB crece desde mediados de los 90, totalmente dolarizada y un PIB per cápita cercano a los 14 mil dólares, el primero entre los países del istmo centroamericano, proyectando superar los 17 mil en 2016. Es considerado por los organismos internacionales como  una economía  de ingresos medios. El país está clasificado en la categoría de grado de inversión por parte de las empresas calificadoras de riesgo: Standard and Poors, Moody's y Fitch Ratings. Su territorio está lleno de destinos turísticos con playas, humedales, reservas naturales, etc.,  que promueve intensamente, como lo expuso el presidente Ricardo Martinelli en el Foro Económico Mundial de Davos en Suiza. Panamá logra subir de la posición 53 a la 49 en materia de competitividad, lo que la coloca como el segundo país de la región después de Chile (31), según el Índice Global de Competitividad de 2011-2012. Por lo tanto, es el único país de la región centroamericana en entrar a la lista de los 50 países con mejor competitividad en el mundo, gracias al mantenimiento relativo y estable en la mayoría de las variables que determinan la competitividad.

Sin embargo, Ciudad de Panamá es la ciudad número 46 en el ranking que mide la violencia en las ciudades del planeta. Además, los datos enunciados líneas arriba, no llegan a mostrar cómo se distribuye la riqueza generada, ni expresa las grandes brechas sociales que subsisten en ese país, al igual que en el resto de Latinoamérica. Tampoco se visualiza en los análisis mencionados que hay una agenda pendiente para atender una serie de desajustes que pueden impactar muy negativamente a la propia competitividad y futuro desarrollo económico. Un punto crucial a resolver es el de la corrupción que ostenta un 19% de negatividad, ineficiencia en la burocracia estatal con 17.9% e inadecuado sistema educativo con 13.6%. Urge pues atacar males endémicos que generan desconfianza en la clase política, el sistema de administración de justicia y los servidores públicos. La población debe dejar de sentir que el sistema es para unos cuantos, que no habrá oportunidades para todos, que el Estado no los toma en cuenta y que no importa cuánto esfuerzo realicen en sus vidas, porque nunca tendrán posibilidad de escalar los niveles de pobreza en los que se encuentran. Hoy se vive en el país, un enfrentamiento entre algunas etnias indígenas y la actividad minera, lo que genera contradicciones sociales irresolutas.


Hospital Dionisio Arrocha

Un claro contraste con los signos de evolución positiva, es el hecho denunciado en la prensa panameña que da cuenta que el cuarto de urgencias del hospital Dionisio Arrocha, ubicado en el distrito de Barú, en Chiriquí, permanece cerrado desde la semana pasada cuando los baños de esta área del nosocomio colapsaron y contaminaron el lugar con aguas negras. Según voceros de la Caja de Seguro Social (CSS), el colapso de los baños se dio a consecuencia del mal uso de los inodoros, en los que los pacientes y familiares depositaban gasas, toallas sanitarias y todo tipo de objetos. Señalaron que luego del traslado de los servicios de urgencias a otra área, una comisión evaluó y determinó la necesidad de efectuar los trabajos de remodelación al antiguo cuarto de urgencias cuyo hospital data de 40 años. Una clara muestra de lo lejos que está Panamá de alcanzar niveles de desarrollo que lo hagan parecerse a sociedades real y equilibradamente desarrolladas.