En nuestra entrada del 28 de noviembre hicimos una referencia al reporte de la ONU, según el cual el consumo de opiáceos había subido en 37.5% de 1998 a 2008. En el mismo periodo el consumo de cocaína tuvo un incremento de 27% y el de cannabis un 8.5%. Mucho se ha hablado en el mundo sobre la necesidad de un nuevo enfoque a la política antidrogas que se ha seguido desde inicios del siglo XX y que ha demostrado ser totalmente ineficaz y ha ofrecido incentivos para el crimen organizado, convirtiéndose en un peligro mayor cada día, tanto para la salud de las personas como para la seguridad de muchos países.
A partir de los años 70 Holanda despenalizó el consumo de cantidades no mayores de 5 gramos de cannabis y las llamadas “drogas blandas”. Esta política no trajo el incremento de su consumo en la población como lo temían sus detractores. Las cifras señalan que en Holanda, 1,6 por cada mil habitantes son adictos a drogas. Mientras tanto esa cifra en Francia es 2,6 por cada mil personas; en Dinamarca, 2,0; en Gran Bretaña, 2,6; en Suiza, 4,0; En España e Italia, 3,0 y en Portugal, 4,5. Debemos decir que debido a la asistencia que da Holanda a los drogadictos, sus cifras son más confiables que en otros países que pudieran tener un consumo aún mayor, Además se sabe que el número de heroinómanos y cocainómanos es mucho menor que en otros países, así como el de las muertes por sobredosis en el que se reportan 42 muertes por año mientras que en Francia fueron 411; Dinamarca, 188; Gran Bretaña, 307; España, 479; Italia, 1,382, Alemania, 2125 y EEUU, 5,830. La política holandesa de Reducción del mal, que incluye campañas de difusión sobre el peligro de las drogas, apoyo psicológico, suministros de jeringuillas para evitar contagios y de metadona, que por su acción más prolongada, se emplea en el tratamiento del síndrome de abstinencia por opiodes, ha disminuido las infecciones como la del VIH así como la morbilidad y mortalidad entre los toxicómanos.
A pesar de esos resultados, Holanda ha decidido limitar el consumo de marihuana en los 650 Coffee shop (locales de venta de marihuana y hachís de forma legal) autorizados en el país. A fines del año próximo, sólo los holandeses o residentes podrán tener acceso a estos establecimientos, debiendo registrarse como socios, quedando impedidos los turistas que acudían desde diferentes lugares del mundo. En las provincias vecinas a Alemania y Bélgica, se ha puesto como fecha límite el 1 de mayo. Se supo que esta decisión obedece, entre otras cosas, al aumento en 15% de la potencia del tetrahidrocannabiol (THC) en los cultivos holandeses debido a manipulación genética. Con esta variable se asemeja más a una droga dura.
Se ha normado que cada local tendrá un máximo de 2 mil socios inscritos y no comercializará marihuana con THC mayor a 15%. Para evitar el incentivo del consumo entre escolares, se ha determinado que los Coffee shop que se ubiquen a menos de 350 metros de locales escolares, deberán cerrar a partir de 2014. El Gobierno intenta asimismo luchar contra la exportación de marihuana fabricada en Holanda, lo que se hace en el umbral de la legalidad con mafias de traficantes de otros países. Esta decisión es una muestra más de la manera responsable cómo el gobierno monitorea su política de lucha contra la adicción a las drogas con un enfoque diferente al tradicionalmente desarrollado en el mundo cuyo fracaso es evidente.
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