Se ha definido que los niños que viven en la pobreza sufren la privación de los recursos materiales, espirituales y emocionales necesarios para sobrevivir, desarrollarse y prosperar, lo que les impide disfrutar sus derechos, alcanzar su pleno potencial o participar como miembros plenos y en pie de igualdad en la sociedad. No es un tema exclusivamente monetario ya que se debe evaluar tanto como la privación material, el acceso a los servicios básicos y otros factores vinculados a la discriminación y a la exclusión que afectan el desarrollo psicosocial de los niños y adolescentes. Los indicadores que se toman son nutrición, agua potable, saneamiento, salud, vivienda, educación y acceso a electricidad. El estudio sobre pobreza infantil en América Latina, elaborado por Unicef y CEPAL, revela que el 45% de los menores de 18 años es pobre, vale decir 81 millones y que 32 millones de niños son pobres extremos.
Las lista de desnutrición crónica infantil la lidera Guatemala con 54.3%, seguida de Haití con 30%. La región tiene casi 9 millones de niños desnutridos crónicamente. En número de menores de 5 años con anemia destacan Haití con 65.8%, Ecuador con 57.9% y Bolivia con 51.6%. Respecto a acceso a vivienda digna, se resalta que los tugurios, entendidos como viviendas sin agua potable, saneamiento, estructuras duraderas, tenencia segura y en hacinamiento constituyen el 27% de la región. Los mayores índices de privaciones en las viviendas están en Guatemala con 36%, El Salvador 29% y Nicaragua con 24.1%. Las privaciones de agua potable ubican al Perú en primer lugar con 24.5%, le siguen Bolivia con 22.6% y Nicaragua con 15.4%. En saneamiento, es Bolivia el que más carencias presenta con el 30% de las viviendas, le sigue Perú con 20.8% y Honduras con 15.3%.
22 millones de niños latinoamericanos están afectados por un acceso deficitario de agua potable. En acceso a sistemas educativos Perú, Guatemala y Honduras son los que ostentan las peores condiciones, mientras que en acceso a información y comunicaciones, los más bajos son Bolivia, Nicaragua y Honduras. En cuanto a pobreza por ingresos monetarios, el 10% de los hogares se encuentran en la indigencia en América Latina y el 26% en niveles de pobreza y casi la mitad de los niños vive en hogares con ingresos insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas. La incidencia de pobreza en los niños de Honduras es la mayor de la región con 76% seguida de Nicaragua y Paraguay con 70.4% y 70% respectivamente.
Las cifras son paradójicas ya que la región produce 3 veces más alimentos de los que necesita. Sin embargo se aprecia que desde 1990 a la fecha sólo en Chile, El Salvador y Costa Rica los pobres mejoraron sus ingresos. Asimismo, se aprecia que los índices más altos de pobreza están en El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Estado Plurinacional de Bolivia, Perú y Honduras. Por el contrario, en Costa Rica, Chile y Uruguay, menos de uno de cada cuatro niños sufre pobreza infantil. Otra constatación es que la pobreza extrema infantil es mucho mayor en zonas rurales que en urbanas (38.8 contra 9.3%). Por su origen étnico, también la tasa es mucho mayor entre la infancia indígena (36.1%) que entre la que no lo es (17.6%). El informe señala, en el campo de políticas públicas, que para aspirar a la superación de la pobreza infantil es necesario invertir en la infancia y reducir las persistentes desigualdades socioeconómicas, territoriales (vivir en zonas rurales o urbano marginales), étnicas y de género presentes en los países del área. Mientras el mundo sea insensible ante la pobreza infantil y no se generen las posibilidades para superarla, no se conseguirá la estabilidad ni la paz y el planeta será siempre una bomba de tiempo.
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