El Viernes Negro (Black Friday) es el día en el que se apertura la campaña navideña en los comercios minoristas de EEUU y se caracteriza por las mayores rebajas en diferentes productos que se dan sólo esa fecha. Tiene lugar el siguiente viernes del Día de Acción de Gracias (Thanksgiving day), que se celebra cada año el cuarto jueves de noviembre. Muchos señalan que el término se originó en Filadelfia describiendo el denso tráfico humano y de vehículos que se producía en la vía pública al día siguiente del Thanksgiving. Se comenzó a emplear en 1966 y se popularizó en todo el país a partir de 1975. Muchos señalan que la expresión se debería a que a partir de ese día, los números en rojo de los comerciantes, se tornan en negros debido al incremento sostenido de sus ventas.
Las cifras van aumentando año a año a pesar de las crisis que experimenta el país. En 2011 se ha reportado que los consumidores gastaron 11,400 millones de dólares este viernes 25, lo que significa un incremento de 6.6% respecto de 2010. Los tiempos modernos han agregado a esta fecha el “sábado negro”, dedicado a pequeñas empresas y para mañana 28, el “lunes negro”, con las mayores gangas en compras por internet. Se ha registrado que la concurrencia a tiendas y centros comerciales ha sido en 2011 del orden de los 155 millones de personas, 5.1% mayor que el año anterior. Adicionalmente a encartes y cupones enviados a domicilio a millones de estadounidenses, las tiendas comerciales hicieron un esfuerzo por atraer al público; así las cadenas Wal Mart, Old Navy, Toys R Us, Sears y otras, abrieron la noche del jueves, a pesar de ser feriado, para captar mayores ingresos y más pronto. En otros casos, los clientes hicieron colas desde horas antes, ingresando a tropel cuando se abrían los establecimientos a tempranas horas como las 5 de la mañana.
Los noticieros y diarios norteamericanos trajeron también las noticias sobre clientes rociados con gas pimienta, saqueadores rompiendo vidrios para llevarse mercadería y hechos de violencia entre clientes en los pasillos de las tiendas. Una serie de factores coadyuvaron para llegar a estos extremos ya que una verdadera guerra publicitaria con folletos, catálogos, anuncios en la tv, internet, etc., habían inundado el país, tradicionalmente consumista, de este a oeste. La crisis económica y un futuro todavía incierto, pesan sobre los hombros de los ciudadanos que no saben cuán graves serán sus efectos sobre sus bolsillos y hogares.
Un público ávido por obtener ventajas de ofertas increíbles en más de una tienda, se obligaba a dormir muy poco para aprovechar desde el primer momento, lo que vuelve su carácter más irascible que de costumbre. El cóctel que se produce con estos ingredientes nos explica los centenares de casos reportados este año de vendedores y guardias de seguridad rociando gases a multitudes descontroladas, turbas amenazando, personas agrediéndose al disputar el último producto en venta, jóvenes atacando escaparates al ver frustradas sus ilusiones, acuchillamientos, tiroteos, etc. Mientras algunos siguen llamando como “incidentes desafortunados” a estos hechos, otros se preocupan por el callejón sin salida que puede generarse por una lógica basada en comprar cosas indiscriminadamente aunque no sean necesarias.
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