jueves, 19 de agosto de 2010
OLIMPIADAS BERLIN 1936. ¿GANÓ EL RACISMO?
Las Olimpiadas de 1936 fueron autorizadas a realizar en Berlín ante la crisis que se vivía en España, que debió tener por sede a Barcelona, debido a que pocos días antes de la conferencia del Comité Olímpico Internacional (COI) a realizarse en ese país en abril de 1931, el Rey Alfonso XIII abandona su trono y su territorio. Adolf Hitler llegaría al poder dos años más tarde y su cuestionable comportamiento generó que muchos países se opusieran a la realización de los Juegos en Berlín, ante lo que el líder alemán garantizó al COI la protección y el trato adecuado para con todos los participantes, incluidos los competidores judíos y negros.
Rudolph Hess y Goebels, presidieron la recepción de la antorcha olímpica, que por primera vez se encendía en un Estadio Olímpico. Fueron los primeros juegos transmitidos por televisión y su himno lo compuso Richard Strauss, conspicuo miembro del partido Nacional Socialista. El Furher inaugura la justa deportiva el 1 de agosto en una fastuosa ceremonia rodeada de la espectacularidad que solían dar a los eventos que mostraran al pueblo germano y al mundo, la capacidad de organización, disciplina y eficiencia del “Reich de los 1000 años”. El recinto deportivo, con capacidad para 110,000 espectadores era el marco impresionante que usó el dictador para anunciar que se estaba dando el inicio de una “nueva era”. Hitler recibe un ramo de olivo, de manos de Spiridon Louis, el primer campeón olímpico del maratón en Atenas 1896. Se dieron cita delegaciones de 49 países, el mayor número hasta entonces.
Alemania resulta, como era previsible, ganadora con 33 preseas de oro, 26 de plata y 30 de bronce. En segundo lugar quedó Estados Unidos con 24 medallas doradas, 20 argénteas y 12 de bronce. Hungría, Italia y Finlandia ocuparían las siguientes posiciones a mucha distancia de los vencedores.
Hay dos hechos que fueron destacados y ante los que los jerarcas teutones no pudieron contener sus modales autoritarios.
En primer lugar, trataron de dar la impresión de un alto grado de liberalismo mostrando que se atendían con los mismos privilegios a los deportistas de todas las razas, preocupándose por resaltar que en Estados Unidos los deportistas negros comían separados de los blancos y que a los hoteles de ese país entraban por la puerta de servicio trasera. La propaganda del régimen mostraba declaraciones de atletas negros señalando su admiración por Alemania y su sistema político y social. A pesar de ello, se dio un hecho inesperado, el triunfo en los 100 metros planos y en 3 pruebas más de un atleta afroamericano, Jesse Owens. Se ha dicho mucho y en diferentes sentidos sobre la conducta del dictador alemán ante este resultado. No habría querido saludar a los atletas negros y a instancias del COI para “saludar a todos los ganadores o a ninguno” optó por lo segundo y se retiró del recinto. Owens afirmó, en su autobiografía, que el Canciller lo saludó a la distancia con un gesto con la mano que el correspondió de idéntica manera. A pesar de semejante hazaña contra el racismo hitleriano, lo paradójico es que el atleta vencedor, al que se le permitió alojarse en los mismos hoteles que a los blancos en Alemania, regresó a su trabajo de botones en el Waldorff Astoria de Nueva York y como todos los hombres de color norteamericanos en esa época, no podía viajar en la parte delantera de los buses, ni vivir donde quisiera y si bien no pudo estrechar la mano de Hitler, tampoco fue invitado a la Casa Blanca ni a dar la mano al presidente de su propio país, Franklin Delano Roosvelt, quien preocupado por su reelección, se negó a recibirlo, temeroso por la reacción que podría causar en los estados del sur caracterizados por ser segregacionistas. 10 años después de su muerte recibió la Medalla de Oro del Congreso, en 1990. ¡Qué poca autoridad moral la de su país, que decía defender al mundo en nombre de la libertad y en contra de los totalitarismos!
Otro hecho resaltante fue la actuación del denominado “Rodillo Negro”, equipo peruano de fútbol conformado también por jugadores de color y mestizos, que ganó a Finlandia por 7 goles a 3 y que en su siguiente partido cambió un marcador adverso de 2 a 0 por un 4 a 2 frente a Austria, favorito del Furher. Se comentó que Hitler montó en cólera y exigió que se anulara el partido. Austria reclamó y consiguió que la FIFA ordenara volver a jugar el cotejo a puertas cerradas argumentando que seguidores peruanos habían invadido el campo de juego premunidos de armas. En Alemania se llegó a decir que fueron 1,000 desadaptados los que invadieron el gramado, atacando a los jugadores rivales de lo que se aprovechó Perú para dar vuelta al marcador. Esta justificación resulta inverosímil en una ciudad en la que podrían haber muy pocos peruanos, mucho menores en número que los austríacos y con una organización y elementos de seguridad que no hubieran permitido tales momentos de caos en las Olimpiadas mejor organizadas de la historia. Lo cierto es que ante este atropello, Perú rehusó jugar nuevamente y se retiró del certamen junto a los colombianos declarándose ganador a Austria que jugaría la final contra Italia con quienes perdieron la medalla de oro.
Estos son dos hechos de la historia que muestran la reconocida intolerancia y el autoritarismo del derrotado gobernante alemán, pero también la de una infame discriminación racial que se ha dado hasta hace muy poco de manera grosera y brutal, la misma que hoy subyace más sutil y con variantes, pero igualmente repudiable.
No debemos dejar de recordar estos hechos, de un pasado aún fresco en el recuerdo de la humanidad y que pretende revivirse contra algunas minorías en los países llamados del “primer mundo”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Haravicu, me parece excelente esta entrada, y muy oportuna de recordar en éstos tiempos que la discriminación ha tomado otros colores, olvidándo que todos estamos compuestos de los mismos elementos químicos
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Giselle Alfonsina. La discriminación actual, asociada a los intereses económicos, agudiza los conflictos entre ricos y pobres, entre norte y sur, entre occidente y oriente.Es hora de alzar la voz y la acción en todo el orbe para poner punto final a este hecho.
ResponderEliminarEs increíble como puede haber gente que crea y que divulgue que habían mil peruanos como espectadores ese día. ¿De dónde salieron? ¿Cómo llegaron? Y que supongan los nazis armados hasta los dientes iban a permitir eso. Sin reventarlos a plomasos, con lo intolerantes-racistas que eran.
ResponderEliminarLo mucho que le debemos al cañonero, Lolo Fernández!!!
ResponderEliminarY dale U!!
Lárgate Chemo!!
Efectivamente Roberta, es inverosímil la historia que se quiso hacer creer. Es increíble que un hecho así hubiera ocurrido en las Olimpiadas a las que el propio Furher asignó tanta importancia.
ResponderEliminarCordiales saludos.
Lolo Fernández, apodado el "cañonero" en el Perú, fue uno de los pilares de la delantera de su país en Berlín 36 y en su larga carrera deportiva. Jugó por Universitario de Deportes y es el ídolo máximo de ese club. Tal como expresa Julián, es uno de los jugadores a los que el fútbol de Sudamérica le debe mucho.
ResponderEliminarIncreible! lo comentado por algunos medios acerca de la invasiòn del gramado por hinchas peruanos pero en fin la selecciòn peruana de aquellos dias diò un ejemplo de buen fùtbol que serà recordado por muchas generaciones. Saludos
ResponderEliminarInformatico, gracias por escribir. Los Olímpicos del 36 dieron cátedra de fútbol que desconcertó a los dementes nazis que gobernaban Alemania. Además, fueron caballerosos y ejemplos para los jóvenes que los admiraban, algo que deberían seguir los deportistas de hoy.
ResponderEliminarHaravicu o quien sea el autor de esta nota, NO APORTAN NADA NUEVO y se contradicen al narrar los dos hechos en que acusan de autoritarios a los "jerarcas teutones", más bien queda claro que referente al asunto Hitler - Owens los alemanes resultaron mucho más tolerantes con los negros que los norteamericanos y referente al asunto del partido Austria-Perú, refiere incorrectamente que en Alemania se dijo que 1,000 peruanos armados invadieron el campo de juego, cuando esta exagerada versión se corresponde con la de un diario amarillísta londinense y por si fuera poco, evita indicar que esta probada la agresión contra jugadores austriacos motivo del reclamo de su federación. Por tanto es un artículo que en lugar de echar luces sobre la verdad mas bien resulta patéticamente tendencioso y desinformado.
ResponderEliminarLos alemanes aprovecharon el racismo que prevalecía en EEUU, pero eso no puede servirte para desconocer la xenofobia inmunda y la demagogia criminal de los nazis. No puede haber olvido con este personaje.
ResponderEliminarLos alemanes aprovecharon el racismo que prevalecía en EEUU, pero eso no puede servirte para desconocer la xenofobia inmunda y la demagogia criminal de los nazis. No puede haber olvido con este personaje.
ResponderEliminar