Las Cumbres de las Américas se repiten desde 1994 y
reúnen a los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA)
para debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse
a acciones concertadas a nivel nacional y regional con el fin de hacer frente a
desafíos presentes y futuros de los países de las Américas. En ese contexto, la Sexta Cumbre de las Américas se celebró en Cartagena,
Colombia los días 14 y 15 de abril
de 2012. Si hiciéramos una encuesta sobre qué se recuerda más de este evento,
con seguridad que no será su lema “Conectando
las Américas: Socios para la Prosperidad”. Tampoco
será lo más resaltante la negativa a participar
de Rafael Correa, Daniel Ortega y Hugo Chávez en solidaridad con Cuba,
país expulsado de la OEA el 31 de enero de 1962 porque el “Gobierno de Cuba, que
oficialmente se ha identificado como un Gobierno marxista-leninista es
incompatible con los principios y propósitos del Sistema Interamericano”. Ni
siquiera será lo más vivo en la memoria colectiva, la entonación del himno
colombiano por la sensual cantante de pop Shakira.
Sin duda que la noticia
de mayor difusión como consecuencia de este cónclave presidencial será el
escándalo protagonizado por los implacables guardaespaldas y miembros del Servicio Secreto de los Estados Unidos quienes tenían la misión
de asegurarse que la integridad del mandatario norteamericano estuviera
garantizada. Sucedió que dos días antes del arribo de Obama a Cartagena, los
muchachos del presidente decidieron dar un vistazo por el conocido local de
diversión y tolerancia Pley Club,
ubicado en la avenida El Bosque. En
este local cuya máxima es “De la fantasía a la realidad” y que
anuncia su especialidad en despedidas de solteros, striptease, baile en el tubo
y habitaciones para cumplir los sueños más anhelados, bebieron y se deleitaron
con las cimbreantes jovencitas que atienden a los clientes. Y como reza el
viejo dicho, en el fondo del vaso se encuentra la lujuria; los bravos custodios
del hombre más poderoso del mundo decidieron llevar a las damiselas a sus
lujosas habitaciones del Hotel Caribe.
Y ahí es cuando se produjo
el escándalo pues al menos uno de ellos quiso regatear el precio del servicio
ofreciendo sólo 30 dólares en lugar de los 800 que habrían sido pactados. Esto
originó la ira de la joven que lo denunció ante un policía en recepción con el
que volvió a la habitación a exigir su dinero. Ante los gritos y en medio de
una habitación con botellas de licor y, según algunos, cocaína, el agente
secreto llegó a entregar 225 dólares. Al menos 11 agentes del servicio y 10
militares estaban junto con 21 prostitutas en el hotel, según Susan Collins, líder del Comité de Seguridad Nacional del Senado
estadounidense. Los legisladores de EEUU.
expresaron su
preocupación por que las mujeres pudieran haber obtenido acceso a
información clave de la seguridad del mandatario. Según el New York Post, la joven se llamaría Dania Londoño Suárez, madre soltera de 24 años. Fuentes del Departamento de Defensa comentan que
más de cinco militares estarían también implicados en este caso y que 11
agentes del Servicio Secreto han
sido suspendidos de sus cargos mientras se realiza una investigación.
La trascendencia ha sido
tal que el general Martin Dempsey
del Pentágono ha expresado sentirse
avergonzado por lo ocurrido y por “haber fallado al jefe”, sentimiento
compartido por el Secretario de Defensa,
Leon Panetta. El Servicio Secreto
ha anunciado normas de mayor restricción a sus agentes en misión oficial
prohibiendo el ingreso de extranjeros a sus habitaciones, visitar lugares “de
dudosa reputación” y beber en abundancia.
De otro lado, el abogado de la joven denunciante, de apellido Betancourt dijo a un diario de Nueva
York que la mujer ya no se encuentra en Cartagena y que no busca dinero sino que quiere hacer valer sus
derechos pues fue “maltratada” por el agente mediante improperios. Refirió que
aún no determina si tomará acciones contra el Servicio Secreto o contra el Gobierno estadounidense.
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