Un fenómeno social interesante se viene dando en China, la clase media, con altos niveles de educación y capacidad adquisitiva, sale a las calles a protestar por temas que afectan su vida diaria como la contaminación del medio ambiente. Ayer se dio el caso de miles de manifestantes preocupados por el peligro de una fuga tóxica en la planta química Fujia de la portuaria ciudad de Dalián, en la provincia de Liaoning, al noreste del país, luego que la semana pasada el tifón Muifa dañara su dique de protección. Las tormentas causaron daños por 500 millones de dólares, afectaron más de 5,000 viviendas y obligaron la evacuación de 1 millón y medio de personas. Las autoridades de Dalian cedieron y anunciaron la clausura y traslado de la planta.
12 mil personas salieron a manifestar reclamando el cierre de la planta que produce 700 mil toneladas anuales de paraxileno (PX), que es un producto químico usado en la fabricación de poliéster para textiles y para botellas de plástico. Causa irritación en los ojos y vías respiratorias; una exposición prolongada puede afectar al sistema nervioso gravemente. La protesta se produjo de manera pacífica con muy pocos incidentes y fue convocada por las redes sociales a través de Weibo (equivalente a Twitter) y Renren (Facebook) además de los microblogs. Los censores del gobierno han borrado las referencias a las protestas en las redes para no promover similares actitudes en el resto del país.
Si bien, en los últimos lustros China ha experimentado un vertiginoso crecimiento económico llevando a su economía a una posición estelar a nivel mundial, el cuidado ecológico recién se ha convertido en preocupación del Estado y se ha hecho conciencia en vastos sectores de las capas medias de la sociedad. La mitad de las ciudades se ven comprometidas por la lluvia ácida y las principales cuencas hidrográficas (la sexta parte de los ríos) no tienen agua apta ni para su uso agrícola. El daño a la biodiversidad se hace evidente y los conflictos sociales contra la minería e industria química se multiplican.
A través de un sitio web alojado en EEUU, se ha venido convocando a la población de las principales ciudades chinas a protestar en el marco de la “Revolución Jazmín” tomando como referencia las revueltas que terminaron con el régimen de Túnez e iniciaron la gran revolución del mundo árabe. Sin embargo, a pesar de la corrupción reinante en el país y de las brechas sociales, la mayoría de los habitantes no sienten el hastío contra el sistema que lleva a los ciudadanos árabes a desafiar a las fuerzas represivas exigiendo el fin de los gobiernos. Al parecer los gobernantes chinos prefieren abrir válvulas de escape en temas locales, ofreciendo a los pobladores la posibilidad del ascenso económico que va dando bienestar material aunque políticamente se mantenga la opresión. Los próximos meses nos mostrarán el peso de las comunicaciones en el destino de los chinos y la manera en la que el gobierno comunista canaliza las inquietudes de su gente cada vez más conocedora de lo que significa la globalización.
La insostenibilidad del crecimiento puesta de manifiesto. Haber si en China funciona la curva ambiental de Kusnets como lo pregonan los neoclasicos o si socialismo chino y medio ambiente son compatibles.
ResponderEliminarPablo, gracias por escribir. Para los amigos que no lo sepan, la curva ambiental de Kuznets evalúa la relación entre crecimiento y calidad ambiental. Se asume que el desarrollo genera en un primer momento deterioro del medio ambiente, pero que se mejora con el desarrollo y el aumento del ingreso. Esta hipótesis se ha comprobado en los países desarrollados que crecieron dañando severamente al medio ambiente y a los ecosistemas. Evidentemente China está en la etapa de crecimiento sostenido y parece que de deterioro ambiental igualmente constante.
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