El 15 de marzo, miles de pobladores se concentraron en las principales ciudades sirias luego de una convocatoria por Facebook de un Día de la Ira, ó "Intifada”. Exigían la salida de Bashar Al Asad, médico y militar que gobierna el país desde el año 2000 en el que “heredó” el poder de su padre Hafez al-Asad, fallecido de una infarto el mismo año, quien a su vez gobernó Siria desde 1971. Se estima que en estos 4 meses han muerto más de 1,600 ciudadanos, 13,000 han sido detenidos y 3,000 desaparecidos. Las manifestaciones se iniciaron en Damasco, Derra, Deir Azzor, Banias y Homs, cuando unas dos mil personas irrumpieron en las calles protagonizando unas protestas reprimidas por fuerzas antidisturbios. Las principales demandas al presidente sirio son la liberación de los presos políticos, el cese de las detenciones de activistas, la aprobación de una ley que regule a los partidos políticos y la garantía de que los opositores exiliados puedan volver sin ser detenidos. En esos días se vivía la conmoción de las revoluciones de Túnez y Egipto. Al Asad ofreció reformas económicas para los próximos meses, decretó una amnistía para algunos presos y desbloqueó Facebook y Youtube, aunque permanece, desde 1963, una Ley de Emergencia que prohíbe las manifestaciones.
En los últimos días se ha dado un sangriento aniquilamiento contra pobladores de Hama, ciudad rebelde que aún recuerda la masacre de 1982, cuando el padre del actual mandatario desató una barbarie que costó la vida de 30,000 habitantes. Con el inicio del Ramadán, el gobierno informó que un grupo de hombres armados habían comenzado a disparar atemorizando a la población, levantando barricadas, saqueando e incendiando propiedad pública y privada. Esto fue pretexto para que el Ejército con tanques, blindados e infantería tomaran la ciudad y perpetraran una masacre contra la población, la que ha costado la vida al menos a 200 personas. Han disparado contra civiles, cortando las líneas telefónicas, impidiendo la salida de la ciudad y dejado sin vivienda a miles de personas. El presidente sirio ha elogiado a sus militares diciendo que son "un modelo de compromiso con las causas de la nación y defensores de sus derechos". Igual situación se da en Damasco y otras ciudades en las que fuerzas del gobierno ametrallan a la población y bombardean sus barrios. El pueblo sirio vive un infierno, en los días Santos de su fe.
En este contexto, el Consejo de Seguridad de la ONU, a través de una resolución presidencial, condenó las violaciones de los derechos humanos y el uso de la fuerza contra civiles en Siria, con la excepción del vecino Líbano que, sin embargó, no la vetó. Solicita al gobierno “el completo respeto a los derechos humanos" y que cumplan "con sus obligaciones bajo las leyes internacionales al respecto", recordando que "los responsables de la violencia deberán rendir cuentas por lo sucedido”. El Consejo de Seguridad también pide “el cese inmediato de toda la violencia”. La condena se logra después de 3 meses en los que China y Rusia se negaban a condenar al régimen sirio. El Consejo pide que no hayan exclusiones en el país, que se permita el pleno ejercicio de las libertades fundamentales para toda la población, incluidas la libertad de expresión y de asamblea pacífica al tiempo que las autoridades alivien la situación humanitaria de las zonas afectadas.
Todo parece señalar que en Siria, se acerca el fin de otra dinastía de sátrapas y dictadores del mundo.
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