M.G. Ramachandran

En la India, los medios de comunicación suelen ser explícitos y acostumbran informar de los suicidios de adolescentes en las páginas y segmentos de sucesos dando toda clase de detalles.
En Tamil Nadu,  estado del sudeste indio, la tasa de suicidios en los jóvenes es de 103 por  100.000 habitantes, nueve veces más que la media mundial, y más del 50 por ciento de las muertes de mujeres jóvenes se deben a esta causa. En  el estado vecino de Kerala, se producen la mitad de las 100.000 muertes auto-inducidas anuales registradas en este país. Kerala, según las estadísticas, es el estado de mayor nivel cultural y alfabetizado de toda la India.
Según  el sociólogo Nandu Ram, “en Tamil Nadu y otras regiones del sur hay un culto al líder que conduce a la gente a matarse, como ocurrió tras la muerte de M.G. Ramachandran“, un actor y primer ministro de la región que murió en 1987 y provocó el suicidio de decenas de personas.




MUMPY

Esta semana, India y el mundo se conmovieron con una noticia que no pasó inadvertida como un suicidio más, en un pequeño pueblo de la India, llamado Jhorpara, en Bengala occidental, una niña de 12 años llamada Mumpy se suicidó con la intención de donar órganos a su padre y a su hermano. La niña había escuchado a sus parientes que los varones de su familia podrían dejar de estar inválidos gracias a los transplantes, pero la familia no podía permitirse el costo que implica la compra de órganos.
Viendo lo insostenible de la situación en su casa, decidió suicidarse y donar a su padre sus ojos, y su riñón a su hermano. La niña le confesó sus intenciones a su hermana Monica, pero ésta creyó que se trataba únicamente de una idea o una ilusión sin importancia.

Mumpy ingirió 'Thiodan', un pesticida, y empezó a mostrar signos de intoxicación. Comentó a su padre que había soñado que alguien la estaba envenenando y fue llevada al hospital. Según los médicos, no pudieron hacer nada por ella quien murió al poco tiempo.

Más doloroso aún fue el hecho que Mumpy había escrito una nota explicando sus intenciones, y el deseo de que sus órganos pudiesen salvar la vida de su padre y su hermano. Pero la nota fue encontrada después del funeral  en el que siguiendo el rito hindú, había sido incinerada y no había órganos que pudiesen ser transplantados a su padre y hermano.

El pesar de la familia y de la comunidad han sido mayúsculos por esta tragedia que refleja lo distantes que suelen estar las personas cercanas a los suicidas en potencia, que no llegan siquiera a imaginar el estado de depresión, tensión o congoja que puede estar pasando uno de los suyos. Más allá de la concepción que se tenga sobre lo que vendrá una vez producida la muerte, las sociedades tienen el deber de evitar que se den las condiciones para los suicidios y la célula básica de la sociedad, es la familia.