La Marina Real Británica sacudió a la opinión pública mundial con el anuncio que enviará un buque de guerra, al Atlántico Sur, luego de las tensiones de los últimos meses entre Londres y Buenos Aires por la soberanía de las islas Malvinas. Reino Unido señala que "ha tenido una presencia continúa en el Atlántico Sur por muchos años. El despliegue del HMS Dauntless se ha planeado por largo tiempo, es enteramente rutinario y reemplaza otro buque que realiza labores de patrullaje”. La noticia coincidió con un debate en la Cámara de los Comunes británica, sobre las islas en el que participó el ministro encargado de Sudamérica, Jeremy Browne, quien advirtió que Argentina "podría intensificar su presión sobre las islas a medida que el 30 aniversario de la guerra entre los dos países se acerca, pero no se refirió al envío del buque de guerra, lo que fue informado por la marina, que anunció el zarpe desde la base de Portsmouth. Este es el primero de los seis buques que la marina británica planea enviar a diferentes zonas del mundo para sustituir su gama Type 42 que estaba operando desde los años setenta.
“El Dauntless pertenece a una nueva gama de buques de guerra de la marina denominada Type 45, tiene un sofisticado sistema de radares con alcance de 400 kilómetros y un avanzado sistema de defensa aérea. Así mismo puede llevar varios helicópteros y una tripulación de 180 personas”, informó la BBC. Un barco similar fue destinado al Golfo Pérsico, tras las amenazas de Irán de bloquear el Estrecho de Ormuz. En un comunicado de Cancillería argentina se dice que "los gobiernos deben evitar la tentación de incurrir en discursos que transformen su patriotismo en patrioterismo", y que los organismos multinacionales deben trabajar en evitar que "los conflictos armados reemplacen a las negociaciones civilizadas". Argentina señala también que el Reino Unido, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, no debería desoír sus recomendaciones. "El pueblo argentino lamenta que el heredero real (Príncipe Wiliam) arribe a suelo patrio con el uniforme del conquistador y no con la sabiduría del estadista que trabaja al servicio de la paz y el diálogo entre las naciones".
Desde que el último diciembre los países de Mercosur adoptaran una resolución para denegar la entrada a sus puertos de los barcos que lleven la bandera de las islas Malvinas, se han acumulado varias semanas de tensión con el gobierno británico. Mientras Brasil, Paraguay y Uruguay han ratificado la decisión, Argentina ha elegido una nueva embajadora ante el Reino Unido (Alicia Castro) con la intención de impulsar el tema de la disputada soberanía de las islas Malvinas, para que el gobierno británico acepte al menos iniciar una mesa de conversaciones y negociaciones. Este año se cumplen tres décadas desde el conflicto bélico que enfrentó a los dos países por la posesión de las islas, desde el 2 de abril de 1982 al 14 de junio del mismo año. El conflicto, costó la vida a 649 argentinos y 272 británicos. Desde 1982, los jefes de Estado británicos han sido inflexibles en la postura de no admitir discusiones y esgrimir el principio de autodeterminación de los habitantes de las islas.
El gobierno argentino se respalda en una resolución de la ONU de los 60 sobre Malvinas que instó al gobierno británico a reconocer la unidad del territorio. Últimamente, ambos países han intercambiado declaraciones, luego de que el primer ministro británico, David Cameron, tildase de "colonialistas" las pretensiones de Argentina. Esto generó una réplica de la mandataria Cristina Fernández, quien dijo que tal señalamiento era "el mundo al revés". Por su parte, Gerald Howarth, del Ministerio de Defensa del Reino Unido, dijo al Parlamento que Argentina no tiene ni la capacidad ni la intención de tomar las islas Malvinas. Al clima de tensión se ha sumado el anuncio de una nueva plataforma petrolera para unirse a los proyectos de exploración de hidrocarburos que ya efectúan varias empresas británicas. Se trata de la plataforma Leiv Eiriksson, contratada por Falklands Oil and Gas Limited (FOGL) y Borders and Southern, ambas con capital británico, para taladrar el subsuelo marino cerca de las disputadas islas en busca de petróleo. Son precisamente los grupos de poder económico ingleses los que bloquean cualquier acuerdo amistoso entre ambos países